Desperté
cuando senti algo ronronear y amasar la frazada que me cubria, yo estaba
durmiendo en un colchón en el suelo del dormitorio. Era un hermoso gato blanco
y negro al que le habiamos comenzado a dar comida desde hace unos dias. Por
primera vez había bajado del techo y ronroneaba muy contento. Lo apodamos Bien
Venido, ya que me hizo muy feliz verlo. Era mi cumpleaños, y mis abuelos habian
llegado en la noche mientras yo ya dormia. Yo cumplia 7 años y ya podia leer.
Mi madre me
dio mi regalo, era un libro ilustrado y recortado como la figura de un niño en
traje de astonauta y el titulo tenia mi nombre, "X, el niño
astronauta", o algo asi. Me fascinó que ademas el niño tenia una pistola
de rayos que se podia extraer para jugar. Este libro fue importantísimo para
mi, fue como mi biblia.
X, el niño
astronauta del cuento, tenia un tio cientifico al cual acompañó en su primer viaje fuera
de la atmósfera terrestre. Bien en órbita entran en contacto con seres de
Marte, quienes les reciben fraternalmente en una plataforma espacial circular y
abierta, y se les invita a visitar Marte. Estos seres relatan que hace mucho
observan a los terrestres, y en sus monitores puede verse que el ser humano
está constantemente en guerras. A mi edad estaba conciente de que las guerras eran una constante, y la pobreza también. Mi madre acostumbraba comprar el diario,
revistas mensuales y la revista norteamericana Life. A veces soñaba yo con ser
corresponsal de guerra.
Me sentí
tocado por el cuento, no solo porque el niño tenía mi nombre y tenía el rostro redondo como el mío (me decían cara de plato en la escuela, otros decían cara de Luna, otros simplemente "Luna", era muy pálido). Me sentía ajeno al ser
humano y sentí que ahora me reencontraba con algo conocido, una amabilidad,
tranquilidad e inteligencia no terrestre, que yo sabía existía allá afuera. Me
sentí emocionado al ver las ilustraciones de algo que se sentía más familiar
que lo que yo vivía en este planeta simio. Yo sabía que eso era más real que
nuestra sociedad estúpida.
- Los seres humanos reencarnan hasta ocho veces o más en este
planeta Tierra. Yo tenía, y tengo la sensación de que esta era la primera vez
que yo encarnaba acá, y todo para mi en este planeta me es ajeno, aún ahora, como
adulto. (los humanos reencarnan 3 o 4 veces seguidas en sexo femenino, y 3 o 4 veces seguidas en sexo masculino, un ciclo corto de 6 a 8 vidas. Pero algunos gurus dicen que el género humano reencarna hasta en un total de 77 vidas, siguiendo este ciclo masculino-femenino. El haber reencarnado cuatro veces como mujer puede dar como resultado rasgos femeninos en la siguiente reencarnación masculina y viceversa. Lo que no sé, es si esta totalidad, 77 vidas, incluye reencarnaciones en otros planetas en nivel evolutivo semejante al terráqueo, o solamente se refiere a la Tierra. Lo que me parecería extraño, ya que la historia del género humano pareciera ser bastante corta). -
De visita en Marte, X y su tío pueden observar una sociedad
desarrollada y pacífica, donde los científicos desarrollan el bienestar para
todos, allí no existe el dinero y todos viven en igualdad. En su viaje de
vuelta a la Tierra traen X y su tio este mensaje de desarrollo y paz. Esta semilla quedó sembrada en mi
mente, ya que me sentía totalmente identificado con el niño contactado y con
los marcianos y su sociedad harmónica.
Vacaciones en Santiago, primer amor.
Mis abuelos
se habían trasladado de Ocoa a Santiago, a Nuñoa. Siempre aparentando la
familia tener más dinero. Mi abuelo se había comprador una camioneta y se la
manejaban mi tia Yeni y mi tio Miguel. Viajaban al campo a comprar fruta y verdura
para vender en Santiago a negocios y restaurantes, también bebidas. Mi tia
manejaba en falda corta, cosa que usaba como estrategia para que no le pasaran
partes. Abría la puerta para que los carabineros le vieran las piernas. Los
dejaba babosos. A menudo manejaba la camioneta al mismo tiempo que se estaba
pintando los labios y mirándose en el espejo.
En los
veranos me quedaba en Santiago con mis abuelos. Con la familia tuve una
infancia más que feliz. Viajaba en la camioneta, ayudaba, visitábamos lugares
como el zoológico. Mi abuela hacía comidas exquisitas, manjares y mermeladas.
Pero jugaba casi siempre solo, a pie pelado, jugaba siempre en la tierra. Hacía lagos, rios y puentes. Pintaba figuras de soldados de plástico con esmalte y jugaba a la guerra. En una de esas me enamoré de una vecina de mis abuelos. Ella tenía 5 años o más, se llamaba Yenifer y era rubia como mi prima Yeni y mi tia Yeni. Sus padres consideraban a mis abuelos como pobretones y no dejaban que nos juntáramos. Yo corté un dia la reja de alambre que separaba las casas, con una tijera de podar. Se enfadaron mucho, pero finalmente tuve la dicha de ser invitado a su patio y columpiarnos mientras la mama de Yenifer nos daba helados. Una vez discutimos con Yenifer y la hice llorar, cosa que me dolió durante largo tiempo. Después de ese verano no la vi más, pués mis abuelos se mudaron a un departamento en San Ignasio, en Santiago, y después a un chalét. Pero Yenifer me envió después un chanchito de goma plástica, vestido en overall, con mi abuela, diciéndome que me había perdonado. Ese chanchito fué oro para mí, pués había sido el jugete mascota de Yenifer, sentía que había mucho amor y soñaba con verla de nuevo.
Pero jugaba casi siempre solo, a pie pelado, jugaba siempre en la tierra. Hacía lagos, rios y puentes. Pintaba figuras de soldados de plástico con esmalte y jugaba a la guerra. En una de esas me enamoré de una vecina de mis abuelos. Ella tenía 5 años o más, se llamaba Yenifer y era rubia como mi prima Yeni y mi tia Yeni. Sus padres consideraban a mis abuelos como pobretones y no dejaban que nos juntáramos. Yo corté un dia la reja de alambre que separaba las casas, con una tijera de podar. Se enfadaron mucho, pero finalmente tuve la dicha de ser invitado a su patio y columpiarnos mientras la mama de Yenifer nos daba helados. Una vez discutimos con Yenifer y la hice llorar, cosa que me dolió durante largo tiempo. Después de ese verano no la vi más, pués mis abuelos se mudaron a un departamento en San Ignasio, en Santiago, y después a un chalét. Pero Yenifer me envió después un chanchito de goma plástica, vestido en overall, con mi abuela, diciéndome que me había perdonado. Ese chanchito fué oro para mí, pués había sido el jugete mascota de Yenifer, sentía que había mucho amor y soñaba con verla de nuevo.
Mi papa me
enviaba regalos de Argentina. Cosas increíbles, regalos de calidad que no he
visto más. Tren eléctrico de diseño moderno, ametralladora “ultramoderna” con
luces y sonido, helicóptero, etc. A mi hermana le envió un cuerpo humano transparente, el cual se armaba en su interior con todos los huesos y órganos detalladamente. Después supe que cuando el volvió a Chile
vivía al frente de mis abuelos, nos veía a mi hermana y a mí a través de su ventana y lloraba
porque no lo dejaban visitarnos.
En la escuela
En
Valparaiso, en la escuela Nr 40, teníamos unos cuadernos llamados ”de
composición”, la mitad de la página era sin líneas, y la segunda mitad tenía líneas.
Recuerdo mi primera composición escolar, era sobre el Combate Naval de Iquique. La
primera batalla nacionalista a la cual nos había engañado el imperio británico
para recuperar sus minas en Perú.
Era primera
vez que yo pintaba con acuarela. Recuerdo que al pintar el mar, se me producía
una sensación de profundidad, en la cual yo caía en el color verde-azulado
causándome algo así como un orgasmo muy leve y lento. Sensaciones parecidas me
sucedían con colores magenta y otros colores no puros, yo entraba como en
trance. En mi curso mis compañeros se achoclonaban para mirar como yo dibujaba
y pintaba. Creo que ya en ese entónces me parecía extraño que la gente me decía
no poder dibujar, que lo que yo hacía era para ellos inalcansable.
Otro echo extraño para mi fué que un día en nuestra casa,
senti una fragancia fuerte a naranga. Yo estaba sólo en el living, me
impresioné y seguí este olor tan fuerte. Atravezé el dormitorio de mi hermana,
llegué al comedor y vi a mi hermana recién comenzando a descascarar una
naranja. Me quedé perplejo.
Después de eso he pensado siempre de que la gente nacida o
crecida en el campo obtiene otra sensibilidad superior a las personas nacidas en
la ciudad. Pues en la ciudad no existe la diversidad con la que uno crece en la
naturaleza, y que posiblemente desarrolla aún más los sentidos. Fragancias,
formas, relaciones.
Pero en un diario de Estocolmo, apareció un artículo este
año que dice que el 5% de la población tiene un sistema nervioso muy sensible,
y que vive en constante irritación en el ambiente urbano. Un detalle aparte es que constantemente está
inmigrando gente desde el campo a Estocolmo y a otras ciudades grandes. Claro,
el humo de tabaco por ejemplo, a diez metros de distancia del tarado que paga para respirar
humo, me produce un dolor de cabeza insoportable y náuseas. Estos 34
años en Suecia han sido para mi una tortura diaria, no soporto el ambiente ni
la gente. Desgraciadamente no estoy en condición de poder emigrar a otro lugar más saludable.
Bueno, en el segundo de preparatoria en la escuela 40, tenía una profesora de
edad, se llamaba Raquel. Raquel nos hacía clases de historia ”en vivo”. Para la
batalla de Chacabuco por ejemplo, formábamos una plaza con los bancos y nos
dividíamos en españoles y criollos. Así jugando aprendíamos facilmente fecha,
hora y echos históricos sin tener que estudiarlos para que entrara en la
memoria.
Raquel me tomó un día en un recreo por los hombros y me
remeció fuertemente: “Porqué no eres como los otros niños? Porqué no sales a jugar como los demás?” Me di
cuenta de que me hablaba seriamente y en forma irritada. Le dije que me gustaba
leer, y que todos querían jugar fotboll och pelear.
Raquel
llegó con un entrenador de box un dia y dijo que quería que aprendiéramos a
defendernos. Por supuesto que se diriguió a mi primero y me pasó un par de
guantes de box de color rojo. Me dió pánico, jamás había peleado con nadie. Fuera
de la llave de yudo que le hice una vez al matón del curso, después de lo que se
levantó horrorizado y salió arrancando, gritando que tenía que pegarle a otro
alumno.
Me tocó por
supuesto boxear con otro matón, un pelirojo con la ropa que se le rebentaban
los botones. Después de explicar las reglas nos tiraron uno contra otro. Los
compañeros de clase se reían burlonamente gritando mi nombre, pués sabían que
este tipo me hiba a masacrar, que yo no tenía chanse, nunca me habían visto pelear con alguien. Pero a los primeros
golpes mi reacción fué automática, me avalancé golpeando dos o tres golpes
rápidos y largos, con lo cuales mi compañero retrocedió asustado y con el ultimo
golpe salió volando de espalda encima de los bancos, que se dieron vuelta. Fué de
película, como las películas del oeste. El tumulto fue enorme, todos gritaban
sorprendidos y reían, una hilera entera de bancos se habia dado vuelta. La profesora interrumpió ”la lexión” y nadie me molestó más
en toda la preparatoria.
A los 8
años de edad, enamorado de otra niña, Judith, envuelto en el mundo de la música,
fan de los Beatles, comencé a tocar bateria con tarros y cartones, me hice una
guitarra eléctrica de mentira con una guitarra acústica que le rompí a mi mamá,
encerando el living resbalé con mi cabeza contra la guitarra. Dejé la iglesia
Católica, no creía en el catecismo. Otro libro había caído en mis manos. Esta
vez del consejo de profesores había recibido en un acto escolar un libro
ilustrado y con estampas a pegar. Un libro dedicado a Wernher Von Braun y a la
astronáutica y el espacio. En el futuro, com satélites podríamos comunicarnos y
ver televisión de todo el mundo. Viajes espaciales... Mi alegría no tenía
límites, había nacido mi interes por el futuro, la ciencia, la tecnología, el
espacio.
Algo más llamativo que el mundo gris y decadente en el que me sentía naufragado o abandonado a mi suerte, me esperaba en el futuro.Pero jamás sospecharía de que el futuro era mucho más. De que me dejaría choqueado.